Este año casualmente he trabajado con varios equipos de carácter bastante introvertido. Grandes profesionales, a veces incluso veteranos y en general reservados, callados e incluso tímidos. Sus gerentes me decían que buscaban más participación en las reuniones, más iniciativa, más propuestas,…
Esto ocurre muy a menudo. Suele ser el caso de gerentes con perfiles energéticos, dinámicos y que esperan de sus equipos la misma energía e iniciativa. Muchas veces se pueden llegar a frustrar, porque a veces insisten en pedir a su gente participación en las reuniones y se pueden llegar a enfadar incluso por la «pasividad» que ven en sus equipos.
Además, paradógicamente cuanto más intentan «forzar» la situación diciendo en las reuniones frases como: «¡Pero decid algo, proponedme cosas!» , más se alejan del resultado que van buscando. Esa presión no suele ayudar.
Otras veces, cuando por fin alguien se anima a hablar, si lo que dice no va en línea de lo que busca o espera su jefe, puede recibir algún comentario impulsivo juzgando esa idea (la mayoría de las veces sin mala intención) pero que tiene un efecto muy negativo en generar esa «participación» tan deseada.
UNA METÁFORA: EL BAILE
Voy a intentar explicar este tipo de situaciones con una metáfora.
Imagínate que te invitan a una fiesta.
El anfitrión quiere que sea una gran fiesta donde todos disfruten y te invita a que bailes, pero tú eres más bien reservado y piensas que no se te da demasiado bien bailar. Tu anfitrión insiste y te anima a que te unas al baile. Ha hecho lo mismo con otros invitados que tímidamente comienzan también a bailar.
Vas tomando confianza, te empiezas a familiarizar con el ambiente, y de repente ponen tu canción favorita y finalmente te animas a bailar, tímidamente pero bailas.
Justo cuando lo haces llega el anfitrión, el que te animó a bailar, y te dice cosas como:
–«¿Eso es bailar?» o «No me gusta como bailas» o «Bailar no es lo tuyo»…..
Además, también ofrece ese tipo de comentarios a otros, que cómo tú se animaron tímidamente a bailar.
¿Qué piensas que ocurre después? ¿Seguirías bailando si eres una persona reservada o tímida? Probablemente no, ¿verdad?
Quizá sin esos comentarios hubieses seguido bailando, hasta soltarte e incluso podrías descubrir que con un poco de práctica no se te da tan mal, e incluso podrías inspirar a otros a que bailen también o mejoren incluso su forma de bailar.
Esto es simplemente una metáfora. Ahora vamos a hacer la traducción:
Fiesta = reunión, brainstorming, proyecto, un día en la oficina
Bailar = aportar ideas, tener iniciativa, dar opiniones,…
Lo que quiero expresar aquí es que, hay veces que queremos que nuestro equipo aporte ideas tenga iniciativas, pero cuando lo hacen las juzgamos en lugar de valorar sus esfuerzos (aunque no sean perfectos). La intención inicial es positiva, pero a veces nos dejamos llevar por nuestros impulsos o a veces por estilos de liderazgo más directivos y no nos damos cuenta del efecto que eso produce en nuestros equipos.
El efecto que esto produce es nefasto, ya que va a ser difícil que vuelvan a tener iniciativa y puede llegar a generar grandes niveles de desmotivación y frustración.
¿QUÉ SE PUEDE HACER EN ESTOS CASOS?
Si no bailan, tenemos dos opciones:
Opción 1: Aceptar su carácter reservado y asumir que simplemente tenemos que bailar nosotros (Traducción: aceptar que no van a proponer sus ideas o a opinar y simplemente van a seguir nuestras directrices)
Opción 2: Si les animamos a bailar, debemos apreciar sus baile (aunque no sea perfecto) y así que se sientan valorados y poco a poco vayan mejorando con la práctica e incluso animando la fiesta para que otros también bailen. Esto lo explico con más detalle a continuación.
6 CLAVES PARA CONSEGUIR QUE TU EQUIPO PARTICIPE
Básicamente si tenemos gente reservada y tímida en nuestros equipos las pautas más recomendables para conseguir esa participación que vamos buscando serían:
- Generar confianza y seguridad. Esto significa crear un ambiente seguro y que sientan que pueden expresar su opinión sin tener «miedo» a meter la pata o sentirse juzgados.
- Crear un entorno distendido. Esto favorece que la gente esté más relajada y por tanto puedan expresarse más libremente. Esto además favorece la creatividad y generación de buenas ideas.
- Apreciar cada aportación aunque no sea perfecta, cada avance cuenta. Cuando un equipo está aportando ideas en conjunto, surge la Inteligencia Colectiva, muchas veces una idea aparentemente «tonta» cuando se lanza en el equipo puede generar una idea «brillante». Por tanto, cualquier idea por insignificante que pueda parecer en principio puede tener un enorme potencial. Hay que apreciar cada aportación, eso además animará a esa persona (y a los demás) a seguir participando.
- Evitar juzgar con comentarios que puedan hacerles sentir incómodos. Cuando alguien escucha expresiones como «¡Vaya tontería!», «¡Eso no nos vale!»,…etc no solo tiene un efecto nefasto en quien ha aportado la idea, sino también en los demás participantes, que se lo pensarán dos veces antes de decir algo.
- No forzar ni obligar a nadie a hablar o a aportar ideas, esto va hacer que se bloqueen y estresen, eso es un gran enemigo de la creatividad. Es preferible esperar a que se encuentren cómodos y que participen por iniciativa propia. Que lo vean como algo opcional, no como una obligación.
- Apoyarse en dinámicas para hacer aportaciones o tormentas de ideas de forma anónima e incluso gamificando. Esto se puede aplicar incluso en reuniones online utilizando herramientas como cuestionarios de Google, Mentimeter, etc,… Puede ser una buena forma de romper el hielo sin sentirse expuestos.
Estas mismas pautas son las que aplico en mis formaciones y sesiones de trabajo grupales cuando quiero fomentar la participación de los asistentes. Realmente funciona.
Espero que estas claves te ayuden a conseguir más participación dentro de tu equipo, más ideas, iniciativas y conseguir todo el potencial de la inteligencia colectiva que podéis generar juntos.
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